martes, 12 de noviembre de 2013

Alimoche junto al pantano

Ayer por la mañana volvía hacia casa tras dar por finalizado mi paseo matutino, o nuestro, pues mi inseparable Suska iba conmigo, harto -más que harto, henchido- de hacer fotos a abejas y escarabajos casi amarillos por rebozarse en el polen de las flores y alguna cosilla más, como por ejemplo mariposas, una mantis religiosa -la santateresa- y una pareja de saltamontes en eterno clímax de apareamiento, cuando veo que llega volando hacia la orilla del pantano, un ave grande con predominio del color blanco.
Rápidamente cambié de objetivo, pues llevaba montado un 28/80, acoplando el 70/210 para poder tomarlo mejor, pues era grande la distancia a la que se posó en el suelo.

Al principio disparé unas cuantas veces sin apoyarme en nada, al aire como suele decirse, pues no me llevé el trípode, y además según caminaba hacia él, para poder tomarle desde más cerca. Llegué junto a un pino y apoyando la cámara en el tronco le tiré otras cuantas.


Cuando comencé a disparar, pensé que ni me daría tiempo a cambiar de objetivo antes de que saliera volando, como así me ocurre muchas veces, pero no, se quedó por allí merodeando; de un lado para otro iba como si buscase algo.


Como no puede apreciar bien qué tipo de ave era, pensé que sería un águila por los colores claros, pero tendría que ser la "calva" o una imperial -al menos eso creía yo, como neófito que soy en esto de las aves- y por aquí, tanto una como otra me parecía improbable.

También pensé que podía ser un halcón, pero era demasiado grande como para ser de las falcónidas.

Lo que me hizo recapacitar sobre la primera impresión, fue que, si hubiera sido cualquiera de esas especies, los patos que había junto a la orilla, y además de escándalo por la presencia de la rapaz, no habrían salido bien parados, sirviendo de almuerzo o desayuno a la visitante.

Miré en la pantalla de la cámara, distrayendo un poco mi atención del pájaro, ya que vi que no tenía intención de irse, y amplié la imagen. ¡Qué suerte la mía, un alimoche! Y relativamente cerca, apenas poco más de cien metros. ¡Cuanto sentí no haber llevado el trípode pues así hubieran salido mejor las fotos, al menos más nítidas.

Cuando se hartó de andar por allí, por el suelo se entiende, y de picotear algo que encontró, salió volando. Ya me había acercado un poco más a él y creí que se iba por esa causa, así que me dediqué a hacerle fotos en vuelo aunque estuviese lejos, yéndose cada vez más aun. Pero no llegó muy lejos, regresó y volvió a posarse.

Esto lo hizo en varias ocasiones y cada vez que se elevaba pensé que sería la última y que no podría hacerle más fotos, o al menos más de cerca, pues creí que se elevaba cada vez que yo me acercaba algo más a él.

En estas yo ya no tenía donde apoyarme y además tenía que estar pendiente de Suska; primero porque no me diera un tirón y segundo porque si veía al ave por el suelo, aunque fuese grande y estuviese lejos, saldría corriendo por si podía cogerla, que anda que no tiene ganas de cazar algo, o de que yo la deje hacerlo.

En la última de las veces que salió volando se fue tras los montes, pero antes estuvo dando vueltas sobre nosotros, pudiendo fotografiarle la barriga al menos. ¡La lástima es que no tuviera el trípode! ¡Qué fotos me hubiesen quedado! Por lo menos..., como de concurso.

Al final, tras unas cuantas veces de remontar vuelo y volver a posarse, se fue, desapareciendo tras el monte, tras el Alto San Julián para ser más exacto.

Desde entonces no he vuelto a ver otro por aquí, por los alrededores del pueblo, ni por otro sitio. Ahora que otras aves, como buitres leonados y águila calva sí. Pero esos los dejo para otras entradas al blog.


Este escrito, al igual que las fotos, son de hace un año, a excepción de los dos últimos párrafos.


Adrián Martín Alonso
(AdriPozuelo)
Sacedón, Guadalajara
28 de junio de 2012

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